1.11.10

Uno

Me es imposible concentrarme. Creo que he dormido menos de 10 horas en tres días y no me había dado cuenta. Noviembre se acercaba en la sombra como uno de esos homicidas silenciosos y retorcidos que estudian cada uno de tus movimientos para poder atacar en el mejor momento. Y así se ha abalanzado noviembre sobre nosotros. No he podido siquiera pensarlo. Cada día que pasa todo me cuesta más. He almacenado tanto dióxido de carbono en mis pulmones que puedo incluso notar una bola de humo retorciéndose dentro de ellos. La siento cuando respiro. Te siento cuando respiro, cuando se me acelera el pulso, cuando tu sangre escurre de todo tu cuerpo hasta concentrarse en el punto álgido de la excitación. Me siento (de sentir, y no sentar) cuando de repente llega el frío y me quedo sin huesos bajo la piel con los que alimentar mi carne putrefacta y herida de tanta locura y tanto desperdicio intelectual y capitalista. Joder. Ojalá sangrara tanto mi memoria como deseo que lo hagan mis arterias, pero no surte efecto. Mi subconsciente sucumbe a los estupefacientes de manera inmediata y sobresaliente, interprétalo como quieras. Quizá lo único que necesite sea morir en este día de Todos los Santos, que no serían tan benditos como nos hacen creer o pensamos. Tal vez sólo necesite morir entre tus tejidos o cercándolos en espasmos musculares de placer y muerte. Probablemente lo que más necesito en este momento es vestir el sufrimiento con máscaras y sangre de dudosa procedencia para que me ates a una cama y me dejes gritar sin poder escapar. Para celebrar la fiesta de los muertos vivientes cuando todos los santos festejan el honor de todos esos mártires. Porque importa tanto profanar un recuerdo como las almas de todos esos crédulos. Porque lo único que puede mancillarse de sus cráneos no son sólo sus ideas. Pero no, no van a poder superarnos. Jamás serán tan infelices como nosotros.


Norma Jean, Face: Face