Podría decirse que hay mañanas que amanecen complicadas, que hay semanas que empiezan con la intención de no acabarse nunca. Pero por suerte o por desgracia, podría decirse también que todo se acaba. Las semanas incluidas, al igual que las relaciones, la paciencia o la vida misma. Podría decirse (y podría yo decirte) que por el color de mis ojeras y mis labios no seré una femme fatale jamás, ni crearé una estela vaporosa de rostros girados a mi paso, ni volveré arcilla el suelo bajo mis pies. Sólo podrías quererme si te enamorara la belleza que Baudelaire retrataba. Podrías quererme los domingos, sobre todo los domingos de tarde gris y lento anochecer. Lo siento. Yo sólo estoy hecha para dormir poco y beber mucho té.