18.9.10

No existe banda sonora para las horas muertas. El tiempo se ha parado y el zumbido de mi ordenador se ha adueñado del Universo. La gente duerme y mi cuerpo dormita, y sinceramente no sé qué es peor. El humo de mis cigarros se funde con el gris del cielo y me pregunto si lloverá, si podré sentarme en un banco a dejar que las gotas me empapen y me arrastren hasta ese rincón de cada pensamiento donde me obligo a pensar que la verdad está  por llegar. Y es que la única realidad a la que en ocasiones quiero aferrarme es a la de que la soledad está al caer. Llegará y yo dejaré de parecerte ideal, y tú dejarás de parecerme perfecto. Me levantaré un día, empapada de llanto y lluvia harta de mí, harta de ti, y de nosotros. Me perderé entre las sábanas con el corazón arrugado, los labios secos y el espíritu hueco. Entonces seguiré el cauce de mi sangre hasta que mis heridas duelan más que mis ideas, que aunque sé que es muy difícil, espero poder conseguirlo. Cuando llegue el momento, eso sí. Por ahora no tengo intención, ni prisa. Aunque en ocasiones ganas no me faltan.