30.3.10

Las extrañas exigencias de la vida cuando vuelves a ella

La luz dorada se ha ido. Vuelven los días grises, aquellos días lejanos de encerrarse en lo que se transforma otra vez en una cueva, sin salida. Días de no entender los llantos, de no poder ni querer ni saber hablar.
Descubro mi cerebro mortecino entretejido a la catatónica cordura que sólo se pudre en mí sin irse y sin dejarme ir. No lo entiendo. He pensado demasiado, he vuelto a perder el compás, a atraparme en el lugar en el que menos quiero estar. Me enamoro cada día más de ti; de mí cuando estamos juntos. Pero la agonía me atrapa y me deshago por dentro. Se acerca el descenso al vacío como esa sensación de quien se ahoga y grita sólo consiguiendo llenarse los pulmones de agua. Cayendo. Venciéndose. Con el resurgir de los miedos de siempre. Hun-dién-do-se.


Cat Power, Wonderwall