Sin borrón ni cuenta nueva.
Me encuentro sumergida en el pasado, pero supongo que no me cala, que no me empapa tanto como en el momento de vivirlo. Supongo que los recuerdos acaban perdiendo su consistencia, que ahora me hallo difusamente nítida, que sigo perdiendo la cabeza. Que sigo estallando, entrelazando los hilos de mi razonamiento, cosiendo mis propios colores por dentro. Fusionándome con tu espíritu, tan jodidamente puro y corrompido al mismo tiempo. Fundiéndome con el reflejo de mi propia alma, reinsertando los pedazos que nunca han sobrado en mi cuerpo. Sentir la vitalidad de cada movimiento, la sinceridad de cada palabra, la sensibilidad de cada mirada, la densidad de cada pensamiento. Un beso bajo la lluvia. Creer despertar cuando ya ha amanecido. Presa del placer de la locura, de la locura del placer. Presa de mí, de él. De todo y de nada. Del comienzo. Del fin. De lo que imagino a pesar de los silencios, de lo que surge de los hongos, de ese escenario gris de lluvia fina en alguna calle perdida con carreteras de piedras en cualquier rincón de Paris. Así, te esquematizo así. Eternamente inmaculado y al alcance de la armonía que me rebosa de las manos. Transitoriamente permanente, paradójicamente congruente. La vida se vuelve agua, el tiempo me sabe a evanescencia. Me sabe a devastación alentadora, a caos, al fin del mundo. A música. A ti.
Loss of a Child, Like Dancing in the Rain
