21.11.09

Por amor al odio.


Todavía me dueles. Y ya no tengo la capacidad para reconciliarme con la vida. Me dueles porque me he cansado de vivir y no me devuelves las fuerzas. Me dueles porque los días siguen amaneciendo en gris y el dorado ultravioleta, cuando aparece, sólo consigue quemarme el pensamiento. Porque la luz se esparce por el suelo como un cáncer hasta llegar a mi piel y desintegrarme. Me dueles porque he perdido todas las mentiras en las que creer y ninguna puede abrazarme ni quiere volver a engañarme. Me hundo entre el vacío y la desesperación, sin distinguir mi cuerpo de lo que me sangra de él. Y he dejado de soñar, atrapada. Esclavizada por la condena metafísica autoimpuesta inconscientemente, quizá. Sepultada por las melodías sin palabras. No aprovecho los días. Se me consumen las ideas. Es probable que no seamos reales. Que ni tú ni yo existamos. Acostumbrados a dejar de sentir y ser sin tener que preocuparnos por nadie... El equilibrio es imposible. Y lo único que desearía ahora sería perderme entre los hilos de la hierba, con el sol sin darme calor y atravesándome el alma, queriendo decir tantas cosas... Sin hablar, con el ruido de los coches a lo lejos. Desearía cerrar los ojos. Poder fumar perdiendo el sentido, sin contar horas, sin pensar en cuándo volver a respirar. Sintiendo el aire frío congelarme los huesos. Tiritar. Y revivir.


Yann Tiersen, Point mort