29.11.09

Reconfiguración.


Podría mentirme a mí al igual que a todo el universo. Podría engañarme gritando que no necesito su voz para pudrirme por dentro cuando el silencio en mi interior se contraponga a lo que digo y explote. Podría buscar una música que inspire algo diferente, podría huir, podría dejar de mirar atrás, podría seguir corriendo hasta quedarme sin aliento para arrastrarme después cuando se haya extinguido cualquier fuente de resistencia. Y así podría seguir. Pero antes pienso en lo que me fluye y explota al mismo tiempo por dentro. Me recreo en la taquicardia dualista que golpea con ímpetu tanto mi pecho como mi vientre. Me deshago en el recuerdo de la fusión del cromatismo de todas mis superficies, en el vacío destructivo que no allana mis ideas, en la ondulación de la realidad, en lo cóncavo y convexo del universo en un mismo momento. El sonido del mar potencia el estado de perdición. Necesito sin necesitar. He descubierto así que este es mi mundo, el de verdad, donde consigo que nada duela tanto como debería. Donde me deshago en convulsiones cerebrales y horas perdurables.
Ha estado perdiendo sentido un tiempo, pero poco a poco se vuelve a recobrar. Se me escapan las palabras, la cordura se me va, no puedo pensar. Sigo flotando en la nube de humo y polvo, de nieve y ceniza. Sigo encauzando mi vida al improvisar, buscando caminos sin límites, sin saber si volveré a despertar. Volviendo a inundarme con color, a perderme en los sonidos, a deshilarme entre dimensiones fundidas. Efímeras. Fugaz. Se me desnuda el alma con las manos frías. Se me llena el espíritu con ese algo más...
Así es como no quiero dejar de sentirme.


Jefferson Airplane, White Rabbit