11.11.09


El café se me va de las manos. Me fallan las horas de sueño y los momentos con sol me faltan. Buscando la armonía y perdiendo las presencias. He dejado de ser consciente de las sensaciones, he dejado de sentir las lágrimas, he dejado de pensar en todo. La gente concluye efervescente, mi cerebro ejecuta lo coherente. Vuelvo a mirarme sin verme, a perder la importancia por las apariencias, por lo que soy y lo que puedo parecer, por quien quieren que sea y quien no puedo dejar de seguir siendo. Los tóxicos me excusan y al mismo tiempo me inculpan. Hay algo que impide que el mundo siga dando vueltas, hay algo que encadena el ritmo vital del razonamiento a la destrucción, hay algo que desde hace tiempo se cierne sobre nosotros y hace que el cielo se desmorone dentro de nuestras cabezas. Quizá no sea nada. Quizá lo sea todo. Quizá sólo sea que las semillas no germinan como deberían, que las manzanas podridas sólo echan raíces en lo infectado.