22.9.09

Hoy.

No sé cómo comportarme. Me rodeo de todos ellos, me alimento de lo que piensan decir y al final callan, de lo que miran y luego hacen como que no ha pasado nada, de sus miradas esquivas, de mi humo negro y mi extraña, rota, e inexplicable felicidad. La euforia se ha desvanecido ya.
Me destiño. Siento como el coágulo cárdeno de los horrores se vierte. Me quedo de repente azul, perdiendo el rojo de mi sangre, con las manos frías y los labios cortados, con el cerebro arrugado de tanto pensar. Cansada. Divagando en el nervio que sigo llevando dentro...
Mi vida, desprovista de buenos tiempos venideros, enfundada en la bipolaridad extrema y emergente que me domina. Soy dócil a mi locura, sólo necesito una caricia para volver a serle fiel. Como un pequeño pinchazo de veneno que resucita los órganos olvidados, como el olor de polen a mi alrededor, el color de sus ojos agua. Marina.

He de ahuyentar a mis fantasmas.


Yann Tiersen, La Dispute