29.9.09

Eterno Retorno.

Me desespero. Se revuelve oscuro bajo las sombras de mi cueva, donde nadie habita ni respira.
Ha vuelto a encontrarme. Yo lo dije. Llevo años intentando evitarlo, y cuando realmente parecía haberlo conseguido, me equivoco de nuevo. Ha regresado, tal y como le recordaba. Me ha devuelto la mirada desde el otro lado del naranja de las hojas que desnudan las ramas de los árboles, me ha clavado el infierno oscuro de sus ojos en la piel. Otra vez. Y quiere besarme las heridas para resarcir las inclemencias de mi tempestad existencial, para que su maldita zorra se cure y vuelva a ser quien era, para acariciar mi locura como un soplo de aire frío y congelarme el alma para después despedazarla, o despedazarme. Ansiedad. Así me sabe su llegada, a taquicardias de miedo, asco, horror y sal. Me sabe a absurda mentira, a lo amargo y dulce de sus cicatrices que encajaban a la perfección con las mías. Me sabe a noches de carne sin huesos ni corazas, a noches de palabras abandonadas, de roces equivocados e intentos de escapar desaprovechados.
No ha cambiado. Sólo se consigue prolongar la nada durante el tiempo que haga falta estar en silencio. Sigue siendo lo que era y lo que, al parecer, no dejará de ser. Y yo más que nadie debería saber lo que se siente al probar ese veneno.


-¿Cuándo vas a intentar dejar de volverme loca?
-Cuando estés completamente loca por mí.