24.8.09

Uprising.


Me gusta fumar. Me gusta fumar y consumirme. A mí misma, de dentro a fuera, erosionarme entre cuatro paredes hasta desesperarme y necesitar salir al mundo exterior para quemarme los ojos y la falta de color. Aunque al final acabo volviendo a la hora justa de mis madrugadas de viento en las hojas de los árboles desde la ventana. Descalza, semidesnuda y sangrante. Me siento en el suelo y fumo. También pienso. Pienso en los días que faltan hasta septiembre, para no alejarme de la dimensón a la que, por el momento, he de pertenecer, y para restar cada instante de distancia con tu cuerpo. Luces difusas. Disminuyo el número de suspiros que aún mantienen la compostura cuando tu contorno se acomoda en mis vestidos, cuando se inmiscuyen tus manos bajo mi ropa, cuando me despojan de lo que no forma parte de mí, cuando me arrancas la piel y extingues el deseo a mordiscos, caricias y golpes. Aparezco allí, en tus sueños, tal y como me recuerdas e imaginas, sin las respiraciones que me robas cuando te quito la camisa.