Existo allí cuando las lagrimas se me disipan en las manos, en las otras dimensiones, en sus cuerpos inertes, en la gravedad invertida. El retroceso del avance me atrapa, me reclutan mis cadenas sangrantes a la realidad y él espera, aún queriendo resguardarme de mi idónea tempestad. Y yo le sueño en espirales rebosándome el interior con su totalidad, su integridad, su espíritu, su esencia, su éxtasis, su... Todo. Le imagino derritiéndose, deshaciéndonos en la alteración de la autenticidad. El clímax invade en mi interior. Entonces cierro los ojos ausente de voluntad y acaricio la fugacidad de mi delirante alucinación.
Distorsiono mi cerebro, duplico mi paralelismo. Estoy cansada de necesitar esconderme para ser feliz. No puedo, ni sé, ni quiero seguir huyendo.
