29.8.09

M.

Consigo lo que quiero, mientras controlo minuciosamente mis actos y manipulo conscientemente sus reacciones, sigo entrelazando taquicardias y recuerdos opacos de noches sin fin.

Me paso los días muertos, ausentes y perdidos en la filosofía, tratando de no pensar. Pero es imposible. Y completamente inevitable. Aunque lleve días preparando mis palabras, seleccionando las emociones que no debo dejar aflorar, mis gestos, mi actuación... Cuando llega el momento me derrumbo.

La tentación no deja de acecharme. Es caer y reincidir en los mismos errores de siempre. Pese a saber que son mentiras que no llevan a ninguna parte, me dejo arrastrar por mi carencia de control de movimientos. Y al mismo otras historias desembocan en los finales previstos. Mierda. Soy suya. Otra vez.