8.12.10

Vísceras del no-aniversario

Sangro. El agua de la ducha encharca mis recuerdos y entonces se emborrona todo lo que sé, lo que siento. Necesito empaparme para perder el conocimiento y beber de mi memoria las manchas de tinta y silencio que he ido acumulando. Sangro y salgo a la calle, sola, emprendiendo el camino de vuelta hacia aquel punto de nuestras vidas en que se detuvo el universo y sentí por primera vez la caricia de tu alma rozando mis labios. Conduzco mis pasos por las aceras desiertas de un año inconcluso y no llueve tanto como esperaba. Hace trescientos sesenta y cinco días cogiste por primera vez mi mano y esperaste una eternidad en aquella parada de autobús fría y austera que a día de hoy no me reconoce. Necesito recordarlo. Necesito decirme que el olor a mandarina no me acercará a tus manos y que el aroma de melocotón no te atraerá a mi pelo. Es lo único que he podido hacer ahora cuando sé que nada volverá, cuando sé que no llamarás, que ya no detendremos el tiempo al mirarnos, que no me abrazarás en las noches de frío ni me dedicarás tus canciones tristes. Ahora solo me abraza la insondable soledad mientras fumo y sollozo de manera inmaterial, implosionando, creando pozos insondables de locura en mi cabeza. Sé que nos perderemos, sé que perderé el rumbo y que las calles de esta ciudad marchita me parecerán a cada segundo más inertes y absurdas, como nosotros.
Ahora nos imagino, de manera idílica, en una casa con un dormitorio orientado al oeste para que en las tardes de verano el sol nos vuelva dorados y resplandecientes. También sentados, en una cocina de grandes cristaleras que den paso a un enorme y salvaje jardín lleno de malas hierbas, con sillas de madera tosca alrededor de una mesa cubierta con un mantel de plástico al estilo de los 60. Nos imagino inolvidables e indivisibles. Sublimes y titánicos, como Sputnik.
"Fue un amor violento, como un tornado que barre en línea recta una vasta llanura. Un amor que lo derribó todo a su paso, que lo succionó todo hacia el cielo en su torbellino, que lo descuartizó todo en un arranque de locura, que lo machacó todo por completo. Y, sin que su furia amainara un ápice, barrió el océano, arrasó sin misericordia las ruinas de Angkor Vat, calcinó con su fuego las selvas de la India repletas de manadas de desafortunados tigres y, convertido en tempestad de arena del desierto persa, sepultó alguna exótica ciudad amurallada. Fue un amor glorioso, monumental."
Sin más.


Godspeed You! Black Emperor, Moya