21.11.10

Los corderos que guardan silencio están muertos

Digamos que mi corazón se hace diminuto y se escurre por toda clase de conductos internos hasta llegar a mi boca, por eso ya nunca sientes mi lengua y sólo percibes el incesante latido a punto de morir, quizá simplemente con el propósito de que me lo arranques y lo mastiques entre saliva hasta desintegrarlo. 
Digamos que Guns n' Roses tuvieron su época de esplendor hace tanto tiempo que su imagen perdurará de esa forma y de ninguna más. 
Digamos que todo esto es la metáfora del dejar de quererse, del pudrirse desconsideradamente y del perder la esperanza sobrepasando todo límite y afán por volverla a recuperar. 
Es imposible, no puedes pedirme un don't you cry tonigh, baby porque es total e irreversiblemente imposible. Como Monica Belucci. Imposible porque me duele la vida, los solitarios paseos en oscuras tardes de domingo y el tortuoso futuro que se extiende a infinitos insospechados. Hablo de arrancarse la piel a mordiscos y los recuerdos a golpes. De derramar sangre y aliento inmersos en la más insondable tristeza. Hablo de rendirse al frío y perderse para siempre en el tiempo. De eso hablo. O al menos lo intento.
Imposible, sí, porque la improbabilidad está completamente desechada. 
Hablo de imposibles, de absurdos, de pura fantasía nacida de la más remota y angustiosa desesperación.