Ha sido de estas historias que comienzan en un punto concentrado y que, con el paso del tiempo, no hacen más que expandirse sin rumbo fijo, disipándose, sin sentido, desintegrándose y perdiendo coherencia, para al final quedarse sin razón ni motivos. De estas historias a las que llamo “empezar de cero” sin asumir que el número al pie de página ya no corresponde a la realidad, sin querer aceptar que el principio no se escribe en los capítulos que siguen al inicio. El principio no puede rescribirse ni borrarse, sólo arrancarse. Y aún así sigue estando ahí.
