10.3.09

Untitled II

He querido verte arder. Una y otra vez. He querido consumirme en tus silencios, en el abismo que nos separa, en las lágrimas que no entiendo, en el dolor. He querido ser aire, perderme, disolverme en el agua y desaparecer. Desvanecerme en un suspiro, junto a tu alma, respirando de tu piel. He querido deshacerme de los recuerdos, pero no he conseguido más que atragantarme con el sabor amargo de mi demencia. Sólo me he estado alimentando de falsas esperanzas hacia un futuro que no existe, que no puede existir. No sin ti. Te necesito. Y lo peor de todo es que odio tener que necesitarte. Detesto refugiarme en el pasado, alimentarme de recuerdos. Todo, has sido todo. El eje de mi vida, los motivos, la carencia de cordura, la caricia de la locura. Aún se me atragantan esas dos malditas palabras en la garganta cuando pienso en ti. Me es imposible abandonarte. Tu esencia, ausente, me desgarra en cada momento en que me faltas. La contradicción, la no-comprensión y el anhelo me condenan. Sigo sin entender por qué. Sigo buscando lo que no existe, queriendo lo que no entiendo. Me diluyo en la noche, bajo el reflejo plateado de mi vida sobre el mar. Me descompongo en la madrugada, entre cansadas campanadas y un susurro, el murmullo de las olas. Siento el cosquilleo de la espuma, el olor de la sal mientras contemplo con ojos lánguidos las luces lejanas que se deforman, el desenfoque de mi camino. La angustia me supera y entonces me dejo llevar.
Cierro los ojos, una vez más.