9.11.08

First*

Pierdo la fuerza para soñar y pensar en seguir respirando. Pierdo lágrimas entrelazando orgullo, tristeza y perdición. En silencio. Pierdo dignidad, cordura y razón. Pierdo motivos. Pierdo palabras. Pierdo recordar lo vivido, elegir lo elegible, imaginar lo inexistente. Pierdo sonreír en un día gris.
Le pregunto entonces a la soledad cuántos momentos eternos he de esperar, cuántas miradas lejanas he de cruzar. Dónde está el límite de la demencia, dónde se estanca la angustia para intentarla extirpar. Y por qué está el miedo, siempre latente.
Pierdo soltura y lucidez, entre sombras descompuestas que se alargan sobre un camino hacia la inmensidad. E intento, inútilmente, alcanzar algo más que volutas de humo y purulentas imágenes de la estela de mi alma. Del espectro podrido de mi corazón.