La disociación de identidad tiene como consecuencia la desaparición de la persona. En algunos casos se trata de un simple trámite de una identidad excesivamente definida a otra aún por construir, derivada de la ya existente. Dejas de ser quien eres por dentro pero tu cáscara mantiene un aspecto idéntico al anterior. Hablas igual, te mueves igual, fumas el mismo tabaco, mantienes ideales y preferencias, conservas recuerdos y vivencias. Tal vez el tránsito quede tan sólo reflejado en la redecoración del hábitat, en el cambio del número de teléfono, en las cicatrices aumentando en el cuerpo, en el incremento de silencios en conversaciones y en la forma de mirar a los ojos a los demás. Cosas sin importancia, apenas destacables pero profundamente significativas. La disociación implica variaciones en el oleaje. Yo me desintegro esperando que, quien quiera encontrarme, sepa hacerlo.
Marilyn Manson, Running to the edge of the World
